Como aún quedan días de frío, hoy vamos con una crema de calabaza con roquefort que está para chuparse los dedos…
1. Receta.
Para una ración para tres personas con hambre o cuatro normales, los ingredientes serían:
- Medio kilo de calabaza.
- 1 cebolla mediana.
- Medio vaso de leche.
- Medio vaso de nata para cocinar (yo compro nata ligera, lo importante es que no sea nata para montar).
- 50 g. de queso Roquefort (la he hecho también con queso Cheddar y está buenísima, lo importante es que sea un queso de sabor fuerte).
- Una cucharada sopera de aceite.
- Un pellizco de sal, pimienta y nuez moscada (la nuez moscada es optativa, a mí me gusta el sabor que da, pero mi madre la aborrece, por ejemplo).
Nota: las cantidades de queso, nata y leche son orientativas en esta receta. En función de lo espeso o lo claro que os haya quedado el puré, se añade más o menos nata y leche. Y en función de lo fuerte que os guste el sabor del puré, más o menos queso. En general, conviene ir añadiendo el queso poco a poco e irlo probando, al menos hasta que le hayáis pillado el punto a las cantidades que os gustan.
¿Y cómo se hace?
Primero se pela la calabaza y se corta en trozos medianos-pequeños. Dado que luego va a batirse todo, no importa cómo de grandes os queden los trozos. Lo que sí es importante es que sean todos más o menos del mismo tamaño. La razón es que si hacéis unos grandes y otros pequeños, cuando los pinchéis para ver si ya están cocidos, podéis pensar que están hechos en función de cómo van los trozos pequeños y encontraros con que no podéis batirlo después porque los trozos grandes están aún demasiado crudos.
Se parte la cebolla en trozos pequeños. Si os gustan los purés de sabor fuerte, podéis añadir un diente de ajo a la receta, en cuyo caso conviene quitarle la parte central para evitar que repita. Para ello, cortamos el ajo a lo largo de manera que nos queden dos partes planas. En el interior de estas partes planas se podrá apreciar entonces una especie de hebra o semilla. Ésta es la parte que se debe retirar. Luego se pica el ajo en pequeños trozos.
Con el aceite, se sofríe la cebolla en el mismo recipiente en el que vayamos a hacer el puré, ya sea la olla a presión o un cazo u olla normal. Si añadís el ajo, primero se sofríe el ajo hasta que está doradito y luego se añade la cebolla.
Una vez la cebolla está dorada, se añaden los trozos de calabaza y se sofríen ligeramente junto con la cebolla. Se añade la sal, pimienta y nuez moscada y se remueve bien un par de veces.
A continuación se añade agua hasta que cubra los ingredientes (NOTA IMPORTANTE: No es necesario llenar toda la olla, sólo hasta que los ingredientes queden bien cubiertos. Por lo general, para las cantidades que he puesto en esta receta, un litro de agua es más que suficiente. Si añadís mucho líquido, os quedará muy acuoso, más con la textura de una sopa que con la de un puré).
Si tenéis algún caldo de verduras que hayáis hecho en otra ocasión, utilizadlo, ya que eso le dará un sabor muy rico a la crema. Aunque yo no soy partidaria de usarlos, también podéis usar un caldo de verduras prefabricado o incluso un caldo de pollo, siempre que sea un caldo suave o lo hayáis rebajado con agua.
En este punto de la receta es donde difiere la forma de hacer la crema en función de si usáis una olla normal o una a presión.
Si usáis olla a presión, seguid las instrucciones del fabricante en cuanto al tiempo y potencia a la que hay que cocer la calabaza. Si no os viene la calabaza entre los ingredientes de las instrucciones, utilizad el mismo tiempo y potencia que indique para las zanahorias.
Si usáis una olla normal, dejad los ingredientes a fuego vivo hasta que el agua o caldo rompa a hervir. En ese momento, bajad a fuego medio, tapad la olla y dejadlo cocinar por unos veinte minutos aproximadamente. Para comprobar que ya está listo, basta con pinchar los trozos de calabaza y comprobar si están tiernos.
Mientras se cuecen los ingredientes que tenemos en la olla, vamos cortando el queso en trozos pequeños.
Una vez retiramos del fuego la olla, la volcamos sobre un vaso para batir y lo dejamos enfriar durante unos cinco minutos antes de batirlo. (Truco: cuando volquéis el contenido de la olla en el vaso de batidora, dejad separada una parte del líquido. Así os aseguráis que no os va a quedar el puré excesivamente claro y, en caso necesario, podéis ir añadiendo el líquido poco a poco en función de cómo os guste de espeso).
Posteriormente, se añade el queso, la leche y la nata y se vuelve a batir hasta que el queso se haya derretido y todos los ingredientes se hayan mezclado bien. (Truco: si os ha quedado muy claro una vez acabado y necesitáis espesar el puré, se puede hacer cociendo una patata de tamaño medio pelada, añadiéndola a la crema y batiendo hasta que quede bien mezclada con el resto de ingredientes).
Y ya está el puré listo para comer. Yo le suelo añadir unos tostones de pan pequeños o algunos trozos pequeños del queso que hayáis usado a modo de tropezones y resulta buenísimo.
Si lo hacéis para alguna comida especial y queréis darle un toque original y decorativo, podéis servirlo en copas de cóctel margarita o martini decoradas con nata. Para ello, se reserva un poco de nata que se bate hasta que empieza a estar espesa pero sin que llegue a montarse. Se coloca la crema en las copas y se añade una cucharada de la nata haciendo un dibujo en espiral en el centro de cada copa. Podéis añadir unas virutas de jamón serrano o una ramita de alguna hierba tipo perejil o brotes de soja tiernos para completar la decoración.
2. Curiosidades.
El origen del puré es romano. Se trata de un invento de los cocineros de Julio césar, que lo idearon para poder alimentar a los miles de legionarios y centuriones en las campañas bélicas romanas.
La calabaza contiene un 90% de agua, pocas calorías, pocos hidratos de carbono y mucha fibra, por lo que no hay ningún problema para incluirla en dietas hipocalóricas.
Entre los beneficios para la salud de la calabaza se encuentran el ser anticancerígena, depuradora y diurética. Está indicada para evitar las infecciones del aparato respiratorio, la bajada de defensas y los problemas cardiovasculares y del aparato digestivo. Además, tiene efecto laxante.
3. Conservación.
El puré se conserva sin problemas unos tres días en la nevera. Aunque pierde parte de sus propiedades nutritivas, también se puede congelar.
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