jueves, 8 de abril de 2010

¿Mono de dulce? ¡Tarta de queso que te crió!




Hoy vamos a darle un poco a la sección postres: la tarta de queso.

La receta que os presentamos es de las más fáciles de hacer, pero de resultado riquísimo. Además, es una tarta que siendo dulce no es nada pesada y que puede combinarse con multitud de platos y con múltiples acompañamientos. Lo único que hace falta es un poco de paciencia, una batidora y un horno. Bueno, ¡¡y los ingredientes!!

1. Receta.

Consejo previo: Para cualquier tipo de tarta, conviene contar con un molde desmoldable. Así resulta mucho más fácil servir la tarta posteriormente. Recordad que aunque no sea lo más importante, la presentación hace mucho en los platos, especialmente en los postres, que deben empezar a degustarse primero con los ojos y la nariz.

Yo lo que hago para poder colocar la tarta posteriormente en un plato con facilidad es colocar en la base del molde papel de horno. De esta manera, no se queda pegada al fondo del molde y se puede transportar o colocar en su plato de presentación definitivo sin destrozar la tarta. Además, los bordes del papel de horno pueden recortarse haciendo formas geométricas o florales que ayuden a decorar más si cabe nuestro postre.

Además, para evitar que los bordes de la tarta se queden pegados al molde, se deben untar los lados del molde con un poco de mantequilla. Simplemente coged un poco de mantequilla de la que se queda en el borde de la tarrina con dos dedos y pasadlo por todos los lados del molde hasta que quede una película transparente.

Los ingredientes serían:

Para la base: un paquete de galletas Maria Fontaneda (en una caja vienen 4 o 2, depende del tamaño de la caja y en algunos supermercados también he visto que los venden sueltos, como por ejemplo en el Ahorra Más) y mantequilla a ojo (luego veréis a qué me refiero con “a ojo”, un poco de paciencia).

En algunos países no se pueden encontrar galletas María Fontaneda. Lo importante es que sean galletas y no pastas, que no sean con fibra ni digestivas ni con ningún tipo de acompañamiento o cobertura. Vamos, que sean ni más ni menos que galletas simples de toda la vida, de las que nos ponían de pequeños para desayunar.

Para la masa: unos 300 gr. de queso Philadelfia (o de cualquier queso crema), 3 huevos, un vaso (como del tamaño de un yogur) de azúcar, un paquete de nata líquida (200-250 ml.) y medio vasito de leche (también del tamaño aproximado de los de yogur).

¿Y cómo se hace?

La base: El paquete de galletas se machaca muy bien. Se puede hacer con el mortero, aunque es un poco pesado. También se puede emplear un accesorio picador que incorporan ahora muchas batidoras. Yo lo hago directamente con la batidora. Lo único que hay que tener cuidado de tapar la boca del recipiente en el que estáis batiendo las galletas, porque si no se acaba con la cocina llena de trozos de galleta.

Luego se derrite mantequilla en el microondas o en el fuego y se va mezclando con las galletas machacadas hasta que quede una masa que se pueda extender en la base del molde. No deben quedar trozos de galleta sueltos, pero tampoco conviene pasarse con la mantequilla y que esté demasiado aceitosa la base. Lo ideal es ir derritiendo y añadiendo la mantequilla poco a poco para poder controlar en punto exacto.

Una vez colocada la base, se aplasta muy bien con una cuchara (si queréis ver más o menos cómo debe quedar, pinchad sobre el enlace). Es importante que la base quede bien apelmazada, ya que si no saltan trozos de galleta al echar la masa encima y la tarta queda con trozos de galleta en el queso. No afecta a su sabor, realmente está igual de buena, pero sí a su presencia.

La masa: para hacer la masa tan sólo es necesario colocar los ingredientes en un recipiente y batirlos.

Una vez batido, se echa encima de la base con mucho cuidado. Si lo echáis muy fuerte o desde muy alto, se desprende parte de la masa de galletas y queda peor de aspecto (aunque, como os decía antes, sabe igual de bueno).

Horno: hay que precalentarlo un rato antes de meter la tarta. Yo lo que hago es ponerlo a calentar arriba y abajo a 180º cuando empiezo a echar la mantequilla derretida sobre las galletas molidas.

Una vez metida la tarta, se deja a 180º arriba y abajo durante aproximadamente media hora-cuarenta y cinco minutos. Cada horno es realmente un mundo, por lo que estos tiempos y temperaturas son sólo orientativos. Es mejor ir observando la tarta cada diez quince minutos hasta que cojáis la temperatura y tiempos que vuestro horno necesita.

La tarta está hecha cuando al mover suavemente el molde ya no se mueve como un flan y podéis meter un palillo o un cuchillo y que éste salga limpio, sin trazos de la masa de queso.

Yo luego lo suelo poner dos o tres minutos sólo arriba a esa misma temperatura.

Fuera del horno: al sacarlo, hay que dejarla enfriar y después meterla en el frigorífico. Queda mucho mejor si se hace de un día para otro o pronto por la mañana para por la noche. Y conviene sacarla del frigorífico media hora antes de servirla, para que no esté excesivamente fría y se pueda apreciar todo el sabor.

Decoración: pues se le puede echar de todo: helado de frutas del bosque, sirope de fresa o chocolate, caramelo, mermelada (de fresa o frambuesa para un toque dulce y de naranja para un toque amargo), frutos secos, fruta (combina muy bien con fresas o frambuesas, pero también se puede poner melocotón o naranja), nata montada...lo que os pida el cuerpo ese día.

Un acompañamiento extradulce para esos momentos de glotonería total es calentar al baño maría chocolate especial para postres con leche condensada y mantequilla hasta que quede un chocolate líquido completamente mezclado. Sobre la tarta de queso resulta delicioso servirlo caliente, ya que contrasta con el frío de la tarta, esta vez recién sacada de la nevera.

2. Historia.

La tarta de queso es uno de los postres más antiguos del mundo. El primer registro del que se tiene constancia proviene de Grecia.

Marcus Porcius Cato escribió la receta de la tarta de queso cocinada en horno de piedra para su preparación en uno de sus libros, llamado “De Agri Cultura” (mirad el apartado 84, nota al pie de página 80 del enlace).

La primera tarta de queso cremoso moderna se elaboró en Nueva York en los años veinte por reposteros judíos. Arnold Reuben, propietario de un legendario restaurante en Broadway asegura que su familia desarrolló la primera receta de tarta de queso cremoso. Su tarta era tan buena que ganó una medalla de oro en la Feria Mundial de 1929.

Hay diferentes tipos de tartas de queso. Por ejemplo, en Alemania el principal ingrediente es el requesón, en Canadá se caracteriza por el uso del jarabe de arce como acompañamiento para añadirle más sabor a la tarta, en Brasil le añaden mermelada de guayaba, en Japón se basan en la emulsión de maicena y huevos para crear una textura más suave, en Italia se hace a base de requesón y se agrega vainilla para aromatizar más su sabor.

Aunque nuestra receta se hace con queso crema, dependiendo del tipo de queso que utilicemos y los aromas que le añadamos, así será la textura y sabor de la tarta, por lo que tan sólo tenemos que elegir los ingredientes que más nos gusten.

3. Curiosidades.

El pasado 25 de enero, en México D.F., Philadelphia de Kraft Foods México fue reconocida por Guinness World Records por preparar la mayor tarta de queso de la historia. Con un peso de 2.133,5 Kg. (4.703 lbs.), 2,5 m. de diámetro y 56 cm. de altura, un equipo de 55 cocineros mexicanos de 5 de las universidades de gastronomía más reconocidas en México y liderados por los maestros Elí López y Miguel Ángel Quezada, consiguió esta hazaña en la Universidad del Claustro de Sor Juana, ubicada en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Utilizaron para ello 800 kg. de queso crema Philadelphia, 800 kg. de yogurt, 350 kg. de galleta, 250 kg. de azúcar, 150 kg. de mantequilla y 100 kg. de fresas, entre otros ingredientes.

4. Conservación.

Si os sobra un poco, podéis guardarlo unos días (no más de tres) en la nevera, bien tapado para evitar que se reseque.





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